-------------------- El Viajero ----------------

Nacido en Pamplona, capital del viejo Reyno de Navarra. Con 25 años, para algunos muy tarde para algunos muy pronto... decidí varias cosas: Me encontraba inmerso en un estilo de vida que no me satisfacía plenamente, ya que daba igual que tuviera 25 años o que tuviera 50, iba a seguir haciendo lo mismo, y con lo mismo para contar cada día. Así, que empaque la mochila ... y partí un día 6 de octubre de 2005 hacia Buenos Aires, donde empecé algo... que no se cuando acabará. Mi objetivo principal es VIVIR, y a la vez, sentirme vivo. Viajar... una forma de vida. No consiste en llegar a un lugar, sino disfrutar de cada segundo del camino, cada lugar, cada persona, cada grano de tierra, cada atardecer como si fuera el último y el más lindo... Y en eso consiste mi viaje, no llegar a ninguna parte... vivir viajando; al fin y al cabo, VIVIR. Y desde aquel momento, me considero la persona más feliz del mundo, con una riqueza inmaterial que nadie me puede quitar y nadie puede comprar, que no depende de nadie. Como una vez leí, las cosas verdaderamente buenas de la vida, no son cosas ni tienen valor. Aprendo, vivo y disfruto; entonces ¿por qué parar de viajar?
jotikass@gmail.com

domingo, marzo 29, 2009

De Livingston a Guate

Llegué a Livingston en barca, porque es la única forma de llegar a esta ciudad, ya que no exite ninguna carretera que salga de este poblado. Y en el poblado, hay algunos coches, pero no de gran utilidad. De echo, la única gasolinera, la de la foto, es para barcas.

El poblado es tranquilo, con sus pilas comunales para lavar ropa, y al igual que la zona garífuna de Belize, llena de rastas que parece se pasan el día fumando porros y pescando. Eso sí, sin prisa. Me quedé dos noches mimetizado con el ritmo de vida, el olor a pescado en las mañanas y el sabor a pescado en la mesa a las noches. Comí el famoso tapado. Es complicado describirlo. Es un bol grande... en el que en el fondo hay un pescado (pero para cuando lo "destapas" ya no tenés ni hambre), y está cubierto por sopa de pescado con miles de almejas, caracolas, pulpo, mejillones, ... en fin, todo lo imaginable y mucho más que se pueda sacar del mar.

Así como lugares para visitar me fui a los 7 Altares. Tampoco una maravilla, pero bueno, estaba bien para relajarse un ratico ahí con las cascadas y las pozas para bañarse. Pero poco más. Me dio pena ver lindos lugares como el de la foto con la palmera... junto con tanta basura; un problema que se repite en demasiados lugares.

Seguí camino hacia Guatemala "continental". No llegan carreteras a Livingston, así que en lancha hacia Río Dulce, cabecera del río y lago que acaba desembocando al mar en Livingston. El paseo era hermoso, comenzando en el puerto donde había varias panteras dibujadas... entre ellas la "ikurriña".

El camino discurre entre gran vegetación, nenúfares, casas de ensueño a orillas del río, ... y así llegué a Rïo Dulce, donde ni siquiera paré, ya que le pedí a la lancha que me llevara un poquito más y me dejara en el Castillo San Felipe (creo que se llama así). Un fuerte que construyeron para parar a los piratas que entraban por ahí. El tema es que era bonito por fuera pero no quería pagar para ver por dentro (como suele pasar con los castillos, lindos por fuera y reformados y falsos por dentro). Así que directamente salí a la ruta a pedir jalón y viajar en la parte de atrás de las pick-ups hacia Finca Paraíso.

Y realmente, era un paraíso. Una cascada, que cae a un río, en el medio de la selva siempre es lindo. SI no hay mucha gente, y en ese entorno idílico, todavía más. Pero si el río lleva agua fresquita, y la cascada cae agua calentísima, es un auténtico paraíso. Fué increíble. El agua más caliente con la que me he bañado en todo el viaje (y es que los hoteles no suelen tener agua caliente). Lo único malo, fue que en el agua había unos peces que se dedicaban a mordisquear, principalmente una herida que tenía, por lo que eran un tanto incómodos. Pero ... la sensación de nadar en agua fria y caliente, en medio del bosque... impagable. Quizás uno de los lugares más sorprendentes que he visto.

Seguí viajando, y mientras esperaba, la típica madre con sus hijos, cargando leña realizando un trabajo descomunal; una escena que también se repite demasiadas veces. Llegué a El Estor, todavía a orillas del lago más grande de Guate, el lago Izabal. En este pueblo, nada, lo único la rapidez de internet, quizás debido a la cantidad de empresas mineras que están en la zona. Dormir, desayunar el maravilloso desayuno chapín (huevos, frijoles, y tortillas), y seguir camino hacia Cahabón y Lanquín.

Era una carretera de montaña, sin mucho tráfico y un poco abandonada, con maravillosas vistas, atravesando algunas comunidades indígenas. Viajé en un mini-bus. Todo iba más o menos bien, hasta que en una curva un auto nos avisó que en el puente estaban los asaltantes. En fin... rabia, impotencia... todo se juntó en el mini-bus. No hay lugar para dar media vuelta, así que hay que seguir. La gente, intentando esconder esos cheques que habían ganado tras un tiempo trabajando en la mina o en el campo. Yo ... intentando esconder cualquier cosa en cualquier lugar. El ayudante del chofer, escondiendo dinero en una rotura que había en la pared del bus... Los trabajadores, dejando los machetes en la parte delantera y todos juntos para evitar "provocar" a los asaltantes y que se les escapara algún disparo. "No es tan inusual" decían. En fin... te da rabia, y confías en que no pase nada, simplemente se lleven lo que quieran y chau. Llegamos al puente... y lo único que vimos fue un auto en un costado... y 4 tipos bañándose en el río. ¿Serían ellos? Seguramente decían mis compañeros del bus. Y seguimos rápido, muy rápido, preveyendo que quizás se subieran al auto para parar el autobús ante tan buen botín que habían dejado escapar... Por suerte, ya estábamos cerca de la zona habitada y no pasó a mayores, eso sí... el nudo en la gargante fue fuerte. Viajaba con una chica polaca, que tras llegar a nuestro destino, estuvo como 10 minutos sacándose dinero de todos los lugares imaginables de su cuerpo.

Lanquín, donde paré, es famoso por las cuevas y por Semuc Champey. Las cuevas... sin más, y Semuc Champey sí que es curioso. Es un río, que se junta con otro rio, pero el primero, se mete por un sumidero, y va bajo tierra, mientras el otro va por la superficie, creando unas pozas para bañarse muy bonitas; acabando su recorrido en una cascada que se junta con el agua que viene del río subterráneo. No se si me he explicado bien, pero da igual. Muy bonito. El único problema que no hizo mucho sol y no invitaba a quedarse mucho rato en el agua... pero por supuesto, me bañé.

Y aunque no había mucho más para visitar en este lugar, me quedé como 5 días en Lanquín, en un lugar llamado El Retiro. Pagaba nada más 2 euros por dormir con mi hamaca, pero el lugar era realmente idílico. A orillas de un río que me bañaba a diario, con un temazcal (sauna maya), con un restaurante-bar con muy buena onda a los atardeceres-noches, internet gratis... en fin, todas las comodidades. Y justo cuando me iba a ir, vi un anuncio de que iban a poner fútbol, el LIverpool el domingo, así que... decidí quedarme un día más. Para ver al Liverpool... y la victoria en el último minuto de Osasuna. Porque sí, estás en un lugar que no hay señal de celular, pero hay televisión por cable. Así son los gringos. Porque no dije, pero tanto los trabajadores como los huéspedes son todos anglosajones, menos yo como huesped, y algún indígena trabajando.

Viajé a Cobán, ciudad importante de la zona, y sin hacer mucho, más que comer cacahuetes, degustar el rico café de la zona, ... Como curiosidad, algo que no solo me ha ocurrido en este hotel, te dejan la biblia o el nuevo testamento en la mesa de noche, tanto en inglés como en español. Estaba un poco cansado para dedicarme a este tipo de lecturas... Y otra curiosidad. En la plaza central, veía gente que llevaba como teléfonos de mesa, con una antena de lado a lado... Pues resulta que no ví muchas cabinas de teléfonos, pero vas a donde ellos, y alquilas el teléfono por minutos. No se de donde robarán la señal, pero era gracioso como había gente sentada en bancos en la calle, con un teléfono de estos haciendo sus negocios.

Y llegué a la gran temida Ciudad de Guatemala. Me daba pereza ir, partiendo porque no me gustan nada las grandes ciudades, y en este caso además, porque cada vez que leía un periódico o veía la televisión, me enteraba que algún chófer de autobuses urbanos había sido asesinado, o que había habido un tiroteo... en realidad, la situación no era muy como para visitarlo. Incluso EEUU aconsejó a sus ciudadanos no visitar este hermosísimo país. En fin. Llegué y fuí a casa de Jacqueline, una chica nacida en Los Angeles, pero de madre y padre guatemalteco, que me alojó no solo las dos noches que pensaba ir, si no las cuatro que finalmente me quedé.

Primer día, paseé por la ciudad, y ví que realmente no tiene mucho atractivo turístico. Mi objetivo era comprarme algún libro para leer, ya que mi libro de lectura, ya lo había acabado. Y costó encontrar una librería que no solo vendiera libros religiosos, pero por fin encontré una y me compré la biografía de Rigoberta Menchú, personaje indígena del que yo había oido algo pero no tenía realmente conocimiento, así que en esas estoy. Visité algún museo como el Popul-vuh (que tiene su nombre del libro sagrado maya), en el que POR FIN, pude ver una copia (pero bueno, lo ví), del Códice de Dresden de los mayas, en el que dicen que esta era se acaba en el 2012 (para algunos, el fin del mundo). No muchas cosas más, aparte de disfrutar de lo buena anfitriona que era Jacqueline, que incluso me convenció para irme a hacer footing con ella. ¡Sin comentarios!. Y me quedé un poco más de lo pensado, porque ella, que es un culo inquieto, me convenció para subir el volcán agua, uno de los más bonitos y duros de Guatemala (de los 38 que tiene). Eso me lo convenció, mientras estába cenando Tepezcuintle, un plato típico maya. Os recomiendo buscar una foto de este animal, para que veais qué es capaz de comer el Jotas. No me quedé con los gusanos y saltamontes de méxico, sino que también le doy a los roedores. Confieso: estaba riquísimo!!!!

Pude también tomar parte, antes de dejar Ciudad de Guatemala, de una de las fiestas más antiguas y tradicionales del país. La Declaratoria de Huelga de la Universidad San Carlos. Esta Universidad de más de 300 años, lleva 111 años, haciendo esta huelga, que comienza con una fiesta, con discursos música, bebida (cerveza y kusha... mmmm!), para recaudar dinero con objetivo de un desfile que se hace una semana más tarde, que lleva 111 años con el mismo recorrido y en el cual se critica todo lo criticable y más del país, poniéndo a cada uno en su sitio, sin miedo a nada ni nadie, ya que van encapuchados, con lo que las críticas a políticos, o la pasividad de la policía con los asesinatos a choferes u otros problemas abundan. La fiesta.... buenísima!!!

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