Sigo viajando, sigo siendo confundido con un gringo, y me siguen hablando en inglés avergonzándose cuando ven que les respondo con un español bastante bueno y diciendo: "mirá, pero no entiendo inglés, lo siento". Pero quizás me sería útil hablarlo, porque el que me diga que el Español es un idioma fácil... lo cuelgo. Yo lo hablo desde que nací, y cada día tengo que aprender cosas nuevas y dejar otras de lado. Ahora en Guatemala, ya fué mi última enseñanza. Yo empezado en coger un coche. Ok. Todos sabemos (el que no que pregunte) el significado del verbo coger en muchos países latinoamericanos, pero... el "coche"??? nada de chistes fáciles y eso de "probá por el tubo de escape", no. Acá, coche es un chancho, un cerdo, un marrano (al animal me refiero!!!). Una vez echa esta explicación lingüística sobre nuestro querido idioma, contaré mis últimas peripecias.
Resulta, que estuve en la Declaración de Huelga de la Universidad de San Carlos. Jolgorio!!! A mi me recordaba esos tiempos (no tan lejanos, eh?) en los que era universitario, y acudía sin falta a las Carpas Universitarias en Pamplona. Esas fiestas en que con la excusa de juntar plata para el viaje de estudios se convertían en 24 horas de fiesta ininterrumpida, buscando amigos que trabajaran en alguna barra, y demás peripecias... Pues en fin, que me trajo muy buenos recuerdos. Pero cuando la fiesta ya iba decayendo, fuimos a la Zona 10 de Guate, donde se encuentran los "mejores bares". Y ahí encontré lo menos guatemalteco (o chapín) que había visto hasta el momento (todavía no había llegado a Antigua). Bares en los que ni siquiera se oye reggeaton, sino música electrónica (POR FIN!!!) Aparte, gente alta, algunos rubios, y hablando español, o sea, que eran también chapines; pero nada que ver con la cultura indígena con la que había estado conviviendo hasta el momento. Y bueno, la música... prefiero la electrónica, pero como que echaba de menos el entorno más chapín.
Nos levantamos el viernes, un buen desayuno (tal y como se ve), y tras hacer algunas compras con vistas a la ascensión del volcán Agua, nos fuimos a Antigua, donde dormiríamos en casa de Andrea. Íbamos 3: Kristine, Jackie, y yo. Pero allí nos encontramos con más gente, que ya estaban para salir de fiesta. Así que bueno... todavía con la resaca (cruda, goma, biharamun, ...) del día anterior fuimos a tomar algo, con la idea de volver pronto. Esa era la idea, pero fuimos a algunos bares en los que volví a sentir eso de que "esto no es Guatemala". Por ejemplo, un bar en el que suena una campana y l@s camarer@s suben a la barra con botellas de tekila que vacían en las bocas del que lo pida. Me tocó... y encima con dos a la vez, pero esa foto no la voy a poner (aquí). Seguimos... reggeaton, salsa... o sea, lo de siempre. Y sin darnos cuenta ya era la 1 de la mañana, hora en la que TODOS los bares de Guatemala cierran por la ley seca. Nosotros que íbamos a subir al volcán decidimos ir a dormir, el resto se fueron a una after party.
Y nos levantamos, no en el mejor de los estados, pero teníamos un objetivo: subir el volcán Agua. Antes había una laguna en su cráter, y debido a fuertes tormentas y un movimiento de tierras, provocó que la laguna rompiera el cráter creando un torrente de lodo que arrasó con todo lo que pudo. Se veía ahí a lo lejos, hermoso, junto al humo que echaba el volcán Fuego. Comenzamos a ascenderlo desde un poblado llamado Santa María. Algunos decían que estábamos locos por querer hacerlo en un día, subir y bajar; otros que en 3 horas se subía... bueno, por si acaso, lo primero desayunar al estilo chapín en el mercado del pueblo: huevos, frijoles y tortillas. Ya listos... vamos para arriba. No fuimos por el camino más corto (tal y como nos enteramos más tarde), pero tras unos 5 horas (en las que Kristine nos confesó que padecía asma y dolor en la rodilla), conseguimos llegar, aunque hubo momentos que pensé que la tendríamos que dejar ahí esperándonos. Y es que, este volcán es bastante duro y se sube hasta unos 3.700 metros. Pero bueno, subimos, hasta arriba, y en el cráter... una cancha de fútbol (para acampar) y una iglesia. En los laterales del cráter, no las conté, pero fácil unas 20 antenas repetidoras.
Las hermosas vistas, un poco fastidiadas por la neblina bajo nosotros. Repusimos algo de fuerzas y para abajo. Ahora sí, intentando acortar un poquito, lo que hizo que acabáramos con tierra hasta donde ya os imagináis. Pero bien, bajada rápida, mientras nos cruzábamos con muchísima gente que subía para ver el atardecer y acampar arriba. Nosotros solo podíamos pensar en la ducha que nos íbamos a dar en casa de Andrea y en dormir.
Y la ducha nos la dimos, pero habían venido más amigos de Panajachel y otros lugares, con lo que estábamos 10 para dormir esa noche en la misma habitación. Decidimos salir a comer algo y a dormir pronto... pero nuevamente, nos dieron la una de la mañana, cuando ya estaba la gente pintando las calles con polvo de tiza, flores y demás cosas para la procesión del domingo. Antigua es muy famoso por su gente devote y sus procesiones, principalmente en Semana Santa, cuando intentaré venir por acá para verlas.
Al día siguiente, nos levantamos temprano, ya que tanta gente en la habitación (entre ellos dos niños de 5 y 9 años), hizo que en cuanto alguien se mueve... todos arriba. A las 9 de la mañana, ya estábamos todos levantados. Fuimos a pasear por Antigua, llena de gente, a desayunar, ... y así estábamos cuando pensé que por aprovechar la tarde me podía ir al volcán Pacaya. Así como quien decide ir al cine, decidí que esa tarde ascendería uno de los volcanes más turísticos de Guatemala. Es tan turístico debido a que se encuentra activo, y constantemente está escupiendo lava. Por lo que hoy leí en el periódico, han prohibido la ascensión desde hoy hasta nuevo aviso porque está arrojando piedras hasta 25 metros de altura, así como escupiendo más lava de lo normal. Igual hasta lo veo en erupción a lo bestia!!! Fue una subida fácil, y al día siguiente decidí que ya era suficiente, y me fuí. Mi destino, un lugar tranquilo, con sol, playa, piscina... a orillas del oceano pacífico (que de pacífico, nada).
Me fuí a Monterrico, donde mi vida diaria era levantarme (por culpa del loro), bañito en la piscina, desayuno chapín (huevos, frijoles y tortillas), baño en la piscina, paseo en la playa, baño en la piscina, comida y siesta. Para seguir con ese ritmo por la tarde... siento dar envidia, pero así fué mi vida.Y ahí estuve un par de días, hasta que llegó Ron. Guatemalteco, gran conocedor de su país, y que aprovechando unos días libres quería viajar justo por donde yo, así que nos juntamos ahí en Monterrico. Al día siguiente, saldríamos a dedo hacia Xela.
Y yo pensaba que viajar dos chicos iba a ser complicado. Pero si no me equivoco, la vez que más esperamos fue 5 minutos. Viajamos en un camión con maderas, sentados sobre ellas; en una pick-up; en un auto que el conductor era más que temerario, para acabar en un camión que llevaba un colchón sobre unas sospechosas cajas traídas de México (pero el colchón era maravilloso), para ascender desde el nivel del mar hasta los más de 2000 msnm de Xela (Quetaltetango -o algo así). Lo del conductor temerario lo digo porque hubo un par de veces que yo pensé que nos iban a linchar o que se iba a chocar, no por rápido, sino por meterse por cualquier lugar para saltarse un atasco de unos 5 kms provocado por obras en la carretera y un funeral (que le llevaban al muerto al cementerio y bloqueaban un carril). El resultado fué buenísimo, porque nos libró de estar ahí atascados unas 3 o 4 horas, pero... en fin.
En Xela, nos alojamos en casa de Eddie. Y entre cerveza y cerveza, que es el ritmo al que me tiene acostumbrado mi compañero de viaje Ron, hicimos varias cosas (aparte de salir). Una fué subir a la Laguna Chicabal, lugar sagrado para los mayas, por lo que tienen prohibido bañarse. Pero tal y como había leído, la niebla tiende a meterse en el lago, y a jugar con el agua, como creando un velo y moviéndolo, encerrando algo mágico.
Y al día siguiente, para relajarnos, nos fuimos a las Fuentes Georginas, que son un afloramiento de agua caliente... pero muy caliente. Parece que antes no eran tan calientes, pero un terremoto hace unos años, hizo que floreciera un nuevo manantial con aguas todavía más calientes. El lugar, es hermoso, en lo alto y fondo de un valle, con casi eterna niebla, y con un frescor que hace que el agua sepa todavía mejor. Esa noche, de fiesta nuevamente, ocurrió que se fué la luz así como a las 2 de la mañana (sí, en teoría los bares tenían que estar cerrados, pero siempre hay algo). Así que tras acabar la última cerveza, caminando a casa. Fué interesante caminar a oscuras por una gran ciudad como esta. Intentamos parar algún taxi (ya que caminando es como media hora o más); pero... ¿Qué taxi se va a atrever a parar durante un apagón a dos jóvenes con la capucha puesta por el frío?. Nada, fuimos caminando.
Y no hicimos mucho más, aparte de reservar para subir al volcán Santa María con la luna llena. Agarramos un Chicken Bus típico, que nos sacara de la ciudad, y una vez fuera, NUEVAMENTE a los 5 segundos, ya habíamos conseguido una pick up que nos llevara. Como digo, estoy muy preocupado de lo fácil que nos está siendo hacer autostop. Nuestro destino, Chichicastenango ( o sea, chichi), lugar en el centro del país famoso por su mercado, en el que se venden de todo.
A qué carpas de Pamplona te refieres?? jejeje
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