Sí, lo se. Casi un mes desde que llegué a Guatemala, y todavía no me digné a dar noticias sobre mi paradero. Pero resulta que aun teniendo mucho que contar, tampoco se dió la ocasión. Resulta que ha sido un mes que se podía llamar de vacaciones. Afincado en la Ciudad de Guatemala en casa de mi amiga Jackie, y realizando algunas escapadas a sitios cercanos, porque a decir verdad nunca me gustaron las ciudades grandes, y esta ciudad no es precisamente de las mas atractivas e interesantes.
Tras unos días aquí en Guate, Jackie y yo decidimos irnos a pasar unos días a El Salvador, con la intención de conocer una de sus playas "El Tunco" y luego subir algún volcán. Allí fuimos, a la capital primero, San Salvador, para juntarnos con unos amigos con los que nos iríamos a la playa. Y alli estuvimos un par de días, sin mucho que hacer, porque la playa es para surferos, la playa es de piedra y un poquito de arena negra,... así que hicimos lo que todo el mundo hacía, sentarnos en un "chiringuito" de playa, viendo el atardecer y los surferos mientras tomamos unas cervezas. Y así pasamos el fin de semana, entre el bar y la piscina del hostal en el que paramos.
De ahí, nuestro siguiente lugar fue la ascensión del volcán Santa Ana, pero para subirlo, primero nos alojamos en una colonia de Izalco, un pueblito cercano, en casa de Zach, un chico de Estados Unidos que nos dejaría un gran colchón para dormir. Fue gracioso, porque siguiendo sus indicaciones, para llegar a su casa no debíamos mas que preguntar... "Dónde vive el gringo?" Y así llegamos.
Al día siguiente, llegamos hasta el comienzo de la ascención del volcán tras pasar por la Finca San Blas, que se había convertido en un pueblo fantasma tras ser arrasado por la lava y ceniza de la erupción que hubo en el 2006. Un poco más arriba encontramos lo que nos habían advertido, que hay que pagar entrada y que además hay que subir con escolta policial. No nos hacía mucha gracia pagar (aunque regateamos para pagar como nacionales y funcionó), y tampoco nos alegraba la idea de subir acompañados con un grupo en el que viendo la gente que había íbamos a subir super despacio. Pero cuando íbamos a comenzar la ascensión, un guardia nos dijo si queríamos empezar a subir... y ahí fuimos. Como él tenía prisa para acabar pronto e ir a la Universidad, no se preocupó cuando dijimos que caminábamos rápido, aunque el pobre casi no podia ni contestarnos a las preguntas... Le hicimos sudar de lo lindo. Y ahí llegamos, al cráter del volcán Santa Ana, pudiendo observar en el centro a unos cientos de metros bajo nuestros pies, una laguna verdosa en la que se veían brotar burbujas y salir vapores...
Y mirando hacia fuera, podiamos ver el maravilloso Volcán Izalco con su forma casi perfecta, que es uno de los volcanes mas jóvenes que existen ya que dejó de eruptar lava hacia unos 50 años tras más de 150 años eruptándola sin parar, y se le conocía como el "faro del pacifico" ya que su constante emanación de lava podía ser vista por los barcos que navegaban el pacifico. Desde nuestra posición pudimos disfrutar también del Volcán Cerro Verde, así como del Lago Coatepeque, aunque la nubosidad del día nos privó de mejores vistas...
Volvimos a casa de nuestro amigo Zach, y al día siguiente temprano viajamos rapido, sin mucha demora gracias a nuestro pulgar hasta volver a Ciudad de Guatemala. Y ahí, casi sin tiempo de deshacer la maleta surgió la idea de ir ese fin de semana a Monterrico, un lugar de la costa del Pacífico de Guatemala.
Yo ya había estado ahí antes, pero me parecía buena idea, sobre todo porque ese fin de semana se celebraba el "Festival de la Tortuga", ya que era la época en la que los huevos de tortuga se abrían y nacían, por lo que el centro de cuidado de tortugas iba a realizar sueltas colectivas de tortugas a los atardeceres. Todo ello acompañado por música a las tardes y a las noches... y así que ahí estuvimos. Esta playa tampoco es para bañarse, así que tocó como siempre: piscinita y bar.
De nuevo vuelta en Ciudad de Guatemala, y tras unos días organizando la vida y pensando en futuros pasos, decidimos irnos a pasar unos días a casa de una amiga peruana, Cris, en Panajachel, a orillas del Lago Atitlán.
Tras unos tranquilos días, disfrutando de la relajada vida en esta parte del planeta, a orillas del lago, viendo los volcanes de San Pedro y Santiago, y aguantando algún que otro aguacero pasaron un par de días. Tras ellos, me iba a juntar en un lugar cercano que es un cruce de caminos y llamado Los Encuentros, con un amigo que iba a Huehuetenango (donde él reside). Así que perfecto, me junté con él y Jackie, que venían de Guate, y seguimos para su casa en su carro. Y digo buenísimo, porque además de disfrutar de su compañía y del viaje que me ofrecía, fue por una carretera no tan transitada para que disfrutáramos del paisaje del Quiché guatemalteco; y además, como nuestro destino para ese fin de semana era México, nos venia muy bien ir a Huehuetenango, que es la última ciudad importante antes de la frontera para Chiapas.
Desde siempre había oido hablar de la especial forma que tienen los mexicanos de celebrar el Día de los Muertos que es el día 1 de noviembre, pero que ellos celebran el dia 1 y 2. Asi que como cada día más partes en el mundo se están dejando hipnotizar por la costumbre gringa de Halloween (incluso algunos niños en Chiapas también lo celebran así), yo decidí volver a lo cultural y tradicional pasando estos días en San Cristobal de las Casas, importante lugar de Chiapas, Mexico.
Allí llegamos a casa de Rudy, un amigo que vive ahí, y que nos alojaría a nosotros y a muchos más. Tras acomodarnos, lo primero, siendo sábado era fiesta. Así que empezamos a hacer una fiesta en casa para después, cuando ya íbamos para los bares, nos encontramos a la vuelta de la casa con una serenata. Cuentan que es típico que los chicos organicen serenatas a las chicas en este día, y nosotros encontramos una en la que había una banda con todos sus instrumentos tocando "Durangués". Ese estilo de música típico de Durango (México, no en tu pueblo Jabi) que tanto me gusta. Y ahí cerca, el novio, nervioso, y todos sus amigos. Nos pusimos a charlar con ellos y nos contaban que la novia estaba en la casa y despierta porque había prendido la luz pero que no se asomaba, porque se habian peleado hace unas semanas.... y para colmo hoy era su cumpleaños. La cosa que buenísima onda con los chicos, yo con mi botella de Mezcal (con gusano, por supuesto) y ellos con su Brandy Azteca de Oro. Y así estuvimos como hora y media, charlando, riendo, y tomando con ellos. Luego la noche siguió. Nuestro anfitrión, Rudy, nos comentaba que es raro encontrar una serenata de "Durangués" ya que son muy caras... y que por las pintas y así, quizas eran Narcos. Y bueno, eso no quita la buena onda.
Domingo, 1 de noviembre, y con la goma de la noche anterior nos levantamos y fuimos a un pueblito que me había encantado en mi anterior visita a Mexico, San Juan Chamula. Este pueblo tan tradicional, seguro nos mostraría su tradición en los cementerios. Como suele ser habitual, y sobre todo en este pueblo, las fotos son prohibidas (aunque alguna conseguí), y por supuesto en la Iglesia MAS QUE PROHIBIDAS. Su iglesia, si recordáis que os conté en febrero, no tiene bancos para sentarse y todas sus imágenes de dioses están a los laterales, estando en el altar solo 3 figuras, en el centro San Juan Bautista (que es su patrón por ser el patron de los Borregos, su animal sagrado que no matan ni comen, y cuando mueren entierran). En esta Iglesia, la vez anterior que estuve pude ver como sacrificaban una gallina... en fin, un espectáculo. Y en el cementerio... que espectáculo. Las tumbas cubiertas por las hojas de pino, con mucha flores, y luego con comida encima de las tumbas y mucha bebida gaseosa (coca cola, pepsi, ...). En mi vida habia visto tanta bebida de este tipo, y menos en un funeral... increíble. Y bueno, por supuesto, el Posh que es el aguardiente casero que todo el mundo fabrica en casa y que se podria resumir diciendo que es alcohol puro. Así que como os podéis imaginar, mucha gente super borracha por ahí. Pero super interesante...
Tras comer, ya cansados, volvimos a San Cristobal. A la noche, en todo Mexico la gente va a los cementerios a poner velas, y seguir con los rituales, pero parece ser que en esta región de Chiapas, debido al frío (estamos a 2400 metros sobre el mar) pues no se sigue esa tradición, asi que no encontramos ningún lugar y nos fuimos para la casa. Y al día siguiente, nuevamente nos juntamos unos 15 amigos para subirnos a la furgoneta de uno de ellos y viajar a otro pueblo cercano, tambien muy tradicional Zinacantán.
En este pueblo hay dos cementerios, uno grande y otro mas pequeño, colocados ambos en lo alto de unos pequeños cerros. Tuvimos la mala suerte que se la pasó lloviendo todo el día y acabamos caladísimos, pero pudimos ver las tradiciones... como un chamán va bendiciendo una a una las tumbas para luego llevarse algo de dinero así como algo del alimento que colocan sobre la tumba, o como hay numerosos mariachis cantando en las tumbas... o grupos de música tradicional con una guitarra de 12 cuerdas, un arpa y un violín de 2 cuerdas bailando una monótona música mientras cantan una todavía mas monótona melodía mientras el chamán baila un todavía incluso mas monótono baile mientras toma cerveza o generalmente, posh. Curioso. Así pasamos el día, para acabar todos calados en casa de un amigo haciendo una macrocomida mientras teníamos la ropa en la secadora. Ya era lunes a la noche, y tras el cansancio de un fin de semana tan espiritual, había que pensar en nuestra vuelta a Guatemala, para el día siguiente martes temprano.
Teniamos pensado subir el volcán Tajumulco, que con sus 4200 metros es la montaña más alta de Centroamérica. Yo ya la había subido en abril, pero esta vez planeábamos acampar. Sin embargo la climatología adversa ya nos había convencido de que no era buen momento, y para colmo, nada mas salir de San Cristóbal, al bajarme de la parte de atrás de una pick-up me tuerzo el tobillo. Conclusión, no lo subimos y decidimos seguir camino hacia Panajachel, pero Cristina nos aviso que no estaba ahí... así que ya estaba decidido. Volver a Ciudad de Guatemala y tomar un par de días de descanso para lavar ropa y para cuidar mi tobillo. Y el viaje... fue buenísimo. Empezamos en San Cristóbal, donde un conductor borracho nos ofreció que nos llevaría más tarde cuando le arreglaran los frenos a su camión... No pensábamos viajar con él, y aunque costó, finalmente un coche nos sacó de la ciudad a cambio de un dolar entre los dos. De ahí, una furgoneta que nos preguntó por qué carretera se iba, nos dio jalón pero el humo que salía de su motor le obligó a parar en el primer pueblo y buscar un mecánico. Ahí me fastidié mi pie. No mucho más tarde, un camioncito manejado por un ingeniero agrónomo nos llevaría hasta Comitán, a medio camino entre San Cristóbal y la frontera. Una conversación súper interesante mientras mi compañera de viaje dormía, contándome sobre los cultivos de la zona, como organizaban, como ayudaban a las comunidades, como les había afectado las sequías últimas, ... Comitán tuvimos que atravesarlo caminando para llegar a la salida, donde estuvimos largo tiempo sin que nadie nos diera jalón. Finalmente, una pick-up INCREIBLE paró y nos echó las largas para que nos acercáramos. Eran 3 chicos jovenes que no daban muy buena espina, porque principalmente no sabían ni hacia dónde iban a ir. Pero les dijimos que íbamos a la frontera y entonces dijeron que nos llevaban. No sonaba muy bien, pero qué se yo... Subimos atrás, pero nos dijeron que entráramos adentro. Y bueno, el coche pintaba cómodo... y entramos. Charlamos mientras en el IPOD solo sonaba Enrique Iglesias... y súper alto, lo que dificultaba la conversación. Decían (y digo decían, porque para mi que eran Narcos), que vivían en USA, y que estaban de vacaciones por México, y que en USA uno de ellos era piloto de carreras ilegales de autos, pudiendo ganar 10.000 dólares en una noche. Vaya... La verdad que el carro era increíble!!!! Llegamos a la frontera, y parece que no tenían papeles o a saber qué, pero no pasaron y desaparecieron en cuanto entramos a sellar nuestro pasaporte de salida de México.
De ahí, a la entrada a Guate, son 4 kilometros, que un señor nos llevó en su camioneta aun arriesgándose a que los taxistas se enfadaran con él (según nos dijo), y ahí en la frontera sellamos nuestra nueva entrada en Guatemala. El pueblo de La Mesilla es alargado, y además nos tocaba caminar cuesta arriba si queríamos ir a la salida del pueblo. No había mucho movimiento en la frontera así que parecía que ahí no encontraríamos viaje. Hablé con un Tuc-tuc y nos quería cobrar 3 a cada uno para ir a la terminal de buses, pero yo le dije que no, que yo quería ir a la salida del pueblo, y él dijo "sí, ahi a la terminal". Yo tratando de explicarle que no, que yo viajaba de jalón, que quería ir al final del pueblo, hasta el final de las casas... ya me entendió, y me dijo que eso estaba más lejos, y que por 10 nos llevaba a los dos con nuestras mochilas. Perfecto, por un dolar iríamos hasta el final del pueblo. El nos dijo que no iba a ser fácil viajar de jalón, pero en cuanto le pagamos, él todavía no se había ido al pueblo cuando una pick-up paró, y nos llevó en la parte de atrás hasta Huehuetenango. Bárbaro!! De ahí, unos 20 minutos esperando, y rechazando las continuas ofertas de los autobuses que salian de la ciudad, y nos subimos a otra pick-up que nos llevaría a Cuatro Caminos, cerca de Xela. Por el camino, adelantamos a todos los autobuses que nos habían ofrecido viaje y que nos miraban como el dinero perdido.
Y ahí, en Cuatro Caminos, todavía era de día, aunque ya empezando a anochecer. Eran las 4.45, y anochecería a las 5.30, así que decidimos probar suerte por media hora, y si no pasaba nada, iríamos en bus hasta la capital. Pero en un momento de lucidez, apareció un camión manejando con el remolque pero vacío, super rápido, y frenó derrapando como 300 metros detras nuestra. Supusimos que había frenado por nosotros, así que corrimos (a pesar de mi cojera)... y sí, nos llevaría hasta la capital. El tío era un fenómeno, y el viaje super rápido se nos hizo super ameno, dejándonos en la capital, donde tras comer un Pollo Campero llegamos a casa en la camioneta del primo de mi amiga.
Qué bueno que retomaste tu blog!!!!
ResponderEliminarLástima no haber coincidido en el skype...
Un abrazote Jotikas
-I gotta a feeling...-
ERES GRANDE, PERO GRANDE... CUENTAS LAS COSAS CON NATURALIDAD Y ME LAS HACES VER...SIN ESTAR ALLÍ.
ResponderEliminarBESOS
Yo estuve en Nicaragua en el 84 para colaborar con la revolucion Tambien estuve en el Bluff y Corn Islands aún en mi vida totalmente aburguesada de Iruña el recuerdo de Nicaragua me hace "tilin".- un abrazo.- Patxi
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