Y tocó dejar Centroamérica, más concretamente Panamá, para viajar en un avión directamente a Buenos Aires. Era mi vuelta al país que me cambió la vida, y tras mirar si era más barato volar en Nochebuena o Navidad y ver que no variaban los precios, decidí viajar el 22 a la noche para llegar a pasar la Navidad. Sin embargo, y a pesar de las ganas que tenía de llegar a Argentina, en el aeropuerto, viendo el quilombo que montaban algunos argentinos muy cancheros ellos, me entraron las dudas de si realmente estaba preparado para volver a la Argentina. ¿Acaso no sería mejor dejarla tal y como la recordaba en esos maravillosos sueños y no volver para ver como había cambiado en los últimos años? Que se yo... ya no había marcha atrás.
Llegué a Ezeiza, y me dirigí directamente a San Nicolás, parando en el camino a tomar un café con media lunas y facturitas... como lo echaba de menos. Y llegue a San Nicolás. Me acerqué en remis, y yo con mi mentalidad centroamericana, pensaba que había que negociar el precio y pelearlo y tal... pero no, acá funcionaba el taxímetro. me bajé del remis en mi lugar, y ahí estaba la flaca, Fernando, un gran amigo que gracias a las rutas he tenido el place de conocer y al que considero una persona importantísima y un ejemplo a seguir. Pasaría la Navidad con él y con su gran familia.
Llegué el 23, y tuve asado. El 24, fue nochebuena. El 25, asado en el rancho. El 26 asado con los amigos en Rosario... El 27 la lasaña prometida por la abuela de mi amiga Virginia, que llevaba 3 años esperando que volviera para cocinármela. El 28... no quería oir hablar de comida. Navidad es tiempo de comer mucho, pero en Argentina, asados y asados.... TERRIBLE!!!! Navidad, en casa de Fer, relinda, con niños pequeños y la alegría que dan, con los regalos, con los cohetes que se tiran en la calle a las 12 de la noche mientras Papá Noel deja los regalos en la casa, ... las risas, los gritos, el fernet, el vino, y las preguntas eternas al "gallego" para ver como se pasa la Navidad en España.
Tras la Navidad, la siguiente parada era Guanaco, un pueblo de 300 habitantes, en medio de la Pampa de la Provincia de Buenos Aires, esa pampa en la que no se ve una montaña en el horizonte, llena de campos que antes eran de ganado y ahora están medio invadidos por soja y algo de maiz. Un pueblito, en el que es capaz encontrar a un gaucho con el traje de lujo, en medio de un jardín lleno de chanchos bombeando la bomba del agua para sacar algo que beber, sin mancharse ni los bajos del pantalon, ni quitarse el pañuelo del cuello. Y ahi nos juntamos unos 10 amigos, acampando en la iglesia con permiso del delegado del pueblo, donde nos permitieron usar las instalaciones de la Iglesia, que eran como un antiguo convento en el que hacían retiros espirituales y demás. Y se notaba que había habido un esplendor. Parece que el anterior cura, con relaciones con el Opus Dei y con políticos militares del momento, había dado bastante importancia al lugar, consiguiendo hacer más de 1500 pesos de cestillo por misa gracias al esplendor económico de los gauchos ganaderos del lugar. Pero el día que se murió, y tras pelearse todos por ocupar su puesto libre, dieron la primera misa consiguiendo nada más unos 40 pesos. El cura, cerró la iglesia de un portazo y se fué diciendo "por mi, como si utilizan la iglesia para almacenar el grano", y nunca más volvió. Así es como funciona el voto de pobreza en muchos lugares.
Lindo fin de año, tranquilo, sin grandes celebraciones, con asado, fernet, partidas de truco y sobre todo buena gente. Y el día 2, tocó salir. Nos juntamos con el problema de que era sábado, no circulan camiones por ley, y que los automóviles de familia llevan hasta el perro, así que el lugar para el mochilero estaba más que difícil. Pero bueno, comencé rebién llegando a Trenque Lauquen en el carro de un mochilero que esta vez había agarrado el coche. Pero de ahí, ya se complicó, quedándome varado en América. Donde tras 7 horas bajo el sol, tocó valorar la opción de viajar en bus, ya que no pintaba que el domingo fuera a ser un día mejor. Así que nada, unos cuantos buses, y llegué a Chañar Ladeado, donde un amigo que conocí en Cuba me invitó a pasar por su casa. Además conocía a un camionero que iba a viajar hacia Bolivia en la semana, el cual era mi próximo destino.
Acá comienza la nueva aventura, dar la vuelta a Sudamérica (excluyendo a Brazil por su tamaño), en unos 4 meses acompañado de mis dos grandes amigos Virginia y Fernando (su blog HIJOS DE RUTA -ver enlaces). Nuestra ruta, indefinida; nuestro medio de transporte, el dedo. No hay nada definido, ya se verá... Por de pronto, este año que empieza, promete; al igual que los anteriores.
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