Julio... a Pamplona hemos de ir! San Fermin!!

Largo tiempo sin escribir. Sí, demasiado. No por no tener historias. Aunque quizás no tantas como las que provee la ruta. Quizás el meterse tan de lleno en una vida con horarios, con trabajos, con corbatas y facturas que pagar… te hace olvidar que el día tiene 24 horas para vivir. Al menos, para vivirla de otra manera. Pero no me quejo. Sigo en Edimburgo. Dos trabajos. Aprendiendo ingles con un nivel más que razonable y suficiente para mi objetivo de viajar a rutas en las que el español no es tan útil. Ahorrando plata, por supuesto, que me permita viajar más de seguido en el futuro sin tanta interrupción.

Pero no estuve todo este tiempo en Edimburgo. En julio, volé a Madrid, donde tras mi paseo nocturno por Madrid, pillé el tren para acudir a mi cita anual con mi ciudad natal, para trabajar en los San Fermines. Esa fiesta que esta denominada como una de las mejores del mundo, y que quizás los que vivimos (o quizás debería decir viven) en esa ciudad no valoran tanto como los que vienen de fuera o como los que pasamos la vida lejos de ella.

Y como siempre, mi cita anual, fue con el trabajo en el bar de los que ya considero amigos. 10 noches trabajando, de 7 de la tarde a 7 de la mañana, para luego seguir de fiesta hasta las 10 o 12 del mediodía, dormir unas horas, comer algo, y otra vez a trabajar… La verdad que justo me dio tiempo para ver a la familia y amigos, o para degustar la gastronomía tan añorada en estas tierras británicas. Pero ya sabia a lo que iba. Trabajar, disfrutar y juntar algo de plata; tres cosas que en esta ocasión iban totalmente unidas, ya que creo que si no trabajara en el bar esos días, no me lo pasaría tan bien ni disfrutaría tanto. Y para acompañar este texto, ahí pongo un par de fotos, en las que sale el encierro y toda su muchedumbre, y la otra con mis compañeras de trabajo. Porque tampoco me voy a dedicar a escribir sobre la fiesta… o poner mil fotos de borrachos... jeje.

Y tras esta pequeña escapadita, me volví a Edimburgo, donde llegaba el verano de los festivales. Dicen que Edimburgo es la capital de los festivales, y con lo que llevo comprobado este mes… lo es. Atrás quedaron el Hogmanay festival de fin de año, o el festival de cine de junio. Ahora, en un mes están el festival de Jazz, el festival del libro, el festival de desfiles militares (llamado Tattoo, al que con suerte voy en próximos días), el festival de..… de…. Y entre todos destaca el Fringe festival. Un festival basado en actuaciones, muchas de ellas gratuitas. Magos, cómicos, comediantes, teatro, musicales, danza,… Actuaciones de todo tipo por 10 pounds, y muchos artistas callejeros que inunda la Royal Mile (calle principal) con actuaciones a todas horas, en las que su único ingreso es la voluntad del espectador. La ciudad se convierte en un autentico espectáculo, si no lo era antes con sus bellos edificios. Y claro, espectáculo… significa multitudes. Así esta la ciudad, invadida; con una población multiplicada por tres. Y eso, a pesar de la lluvia típica escocesa, aunque sea agosto. Es encantador poder disfrutar un verano sin tener que pasar esas largas noches sudando en la cama sin poder dormir por culpa del calor… aunque de vez en cuando tampoco vendría mal una de esas.

Poco mas relevante para contar… porque muchas escapadas por los alrededores, pero sin información relevante que compartir. Aunque en este mes, habrá más que contar, ya que para empezar, la semana que viene aprovechando que tengo 5 días libres, me estoy yendo a la Isla de Skye. Un lugar hermoso y al que muchos viajeros que acogí en mi casa durante su viaje por Escocia me han dicho que tengo que ir, sí o sí. Prometo fotos de los acantilados.

E intentare escribir pronto… gracias a los que seguís ahí a pesar de lo lento que se esta volviendo la edición de este blog.

Hernan, sí, sigo vivo!!! Gracias hermano!!!